La mensajera de la Divina Misericordia




Una vez que se empieza a leer este libro, es difícil dejarlo hasta llegar al final. No porque sea una novela. Sino porque de repente la vida en un convento resulta apasionante. Es la vida de una monja aparentemente anodina, Faustina (Helena) Kowalska, canonizada por Juan Pablo II el 30 de abril de 2000, Domingo de la Misericordia (también Domingo “in albis”) de ese año. La pasión es la de la propia santa, que, como corresponde a cada santo, es la misma pasión de Cristo vivida de otra manera, pero lo apasionante es la presencia física de Cristo en la vida de esta mujer. Es claro que Jesucristo vivió y murió, y los cristianos afirmamos que resucitó y que vive. Afirmamos también que está realmente presente en la eucaristía, y por tanto que vive físicamente entre nosotros. Por tanto, si realmente tenemos fe, no nos debería extrañar tanto que se aparezca, puesto que decimos que está ahí, en todos y cada uno de los sagrarios de esta tierra. Pero lo cierto es que el rostro del Ungido no es desconocido –“vultum tuum Domine requiram!” (Salmo XXVI, 8)− y que nadie lo ha visto nunca. ¿Nadie? La santidad de Faustina Kowalska ha sido profusa y exactamente examinada y sus diarios han sido leídos y comentados con lupa. Y lo que para nosotros está ahí con los ojos de la fe, que son más potentes que los del cuerpo, pero generan otro tipo de evidencia, para Santa Faustina era, si no cotidiano, sí muy frecuente. Su matrimonio espiritual con el Ungido es referido muchas veces en esta biografía. Que es muy detallada. Recomiendo la compra y lectura de este libro en el que los días de la santa se siguen con detalle. Es un libro muy polaco, y por tanto enrevesado, pero se lee bien, no tanto porque esté bien redactado, cuanto porque el material es muy bueno. Hay mucha investigación detrás del trabajo de la autora. Considero que es la mejor biografía divulgativa de la vida de Santa Faustina Kowalska, una santa que hay que conocer con detalle para hacerse a la idea de la espiritualidad de San Juan Pablo II y por tanto de tercer milenio. Fundamental para conocer la importancia de la Divina Misericordia en la vida de cada uno. La traducción es buena, aunque la edición tiene muchas erratas. 

Un obispo y un sacerdote asesinados por la República





Los mártires de la Guerra Civil no han recibido ni el honor ni el culto que merecen porque el complejo de inferioridad de los herederos de la España de Franco, que en gran medida somos todos los españoles, con una decisión colectiva tácita, hemos decidido que, aunque son cientos los mártires de uno de los bandos contendientes, y NINGUNO el número de los mártires del bando rojo, sin embargo había gente buena en los dos lados. La consecuencia es que santos como Anselmo Polanco y Felipe Ripoll, que fueron asesinados a la vez, de modo extraordinariamente cruel, y no al principio, sino al final de la guerra, no tienen el culto que merecen. Son muy pocos los altares levantados en honor de los mártires de la guerra civil. Ojalá haya pronto gente que tenga tiempo y dinero para empezar a levantar los templos que se merecen. Mientras lo hacen, que yo sepa sólo UNO de los mártires de la guerra civil tiene su propio altar y es el que fuera Obispo de Teruel, Anselmo Polanco, OSA. Yacen sus restos mortales en la cripta de la Catedral de Teruel, cuya visita aconsejo, y donde uno se puede parar a rezar con mucho recogimiento porque, como sucede en tantos sitios, hay muchos turistas pero nadie rezando.


Por eso es digno de alabanza el extraordinario libro de D. Joaquín MARTÍN ABAD, "Dar la vida por amor. Anselmo Polanco y Felipe Ripoll", Madrid, Postulación General Agustiniana, 1995. Relata rápidamente la vida de Anselmo Polanco y de Felipe Ripoll, exponiendo los puntos fundamentales de su vida y de sus martirios. Junto con los dos clérigos asesinados, también D. Joaquín Martín Abad, el sacerdote más elegante de Madrid, que por supuesto no es de Madrid sino turolense merece honor por su eximio y callado trabajo como postulador de estas y otras muchas causas de beatificación.

Recomiendo la lectura del referido libro, porque aunque los hechos son asquerosamente crueles (el asesinato de ambos fue asesinato de inocentes, no de contendientes) dan idea de hasta dónde puede llegar el control de Satanás sobre los hombres para provocar el mal moral de unos, al tiempo que la caridad heroica de otros. En la mañana del 7 de febrero de 1939, treinta soldados un jefe columna de las tropas de Líster, fusilaron a los dos referidos y a otros 26 prisioneros más sobre el cauce seco del río Muga.

Gloria y honor a los que dieron su vida por Jesucristo, antes, durante o después de la guerra civil. Pero también culto. Me acojo a la intercesión de ambos, y de todos los que murieron con ellos, incluido Rey d'Harcourt, que algo haría bueno, para que me protejan a mí y a mi familia, y a España entera, frente a nuestros enemigos. Que no son los hombres. Ni tampoco los fantasmas. Sino nuestros demonios familiares e importados. A esos es a los que hay que derrotar.

Elpidio Silva, La Justicia desahuciada

El conocido juez Elpidio Silva cuenta su vida judicial al tiempo que reflexiona sobre los principales defectos de la politizada Administración de Justicia española.
Creo que es un libro que deben leer todos los profesionales de la Abogacía, en especial si están dedicados al derecho penal, porque ofrece claves prácticas para entender qué es lo que de verdad mueve a los jueces a dictar sus resoluciones.
También es un libro interesante para los que, sin ser profesionales del derecho, quieren conocer un poco más la vida de los juzgados y tribunales y como funciona (de mal) la Administración de Justicia española. Elpidio Silva describe bastante bien lo que uno se puede encontrar en un juzgado.
Es claro que el autor no puede hacer una crítica directa del sistema de intereses judiciales, porque esos ensayos nadie los compra, así que ha hecho algo más interesante y comercial: aprovechar el tirón periodístico de los dos últimos casos que ha llevado (asunto Blesa, básicamente) y utilizar el caso concreto para hacer críticas generales.
Por supuesto, él no tiene culpa de nada. El problema es el Sistema. Pero esto es lógico porque nadie escribe libros para imputarse sí mismo.
Hay algunos retazo con detalles sobre tramas de corrupción, en particular sobre cierto caso de corrupción judicial que insinúa pero no completa, del que se agradecerían más detalles. Supongo que los conoceremos en el Cielo porque lo que es aquí, los jueces nunca van a tener culpa de nada.
El libro, en lo que tiene de concreto, no me parece muy fiable, porque algunos escritos y actitudes que conozco de primera mano no coinciden del todo con lo que dice Silva. Pero en lo que tiene de abstracto, de crítica al Sistema, sí me parece acertado, porque en España el corporativismo judicial asusta.
Creo, en suma, que no he perdido el tiempo leyéndolo.
Por cierto, está muy bien escrito. Esperamos con interés las novelas que Silva dice tener acabada pero sin publicar.

Perseguido por las tinieblas



"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello" (Mt. XXIII, 23). En mi opinión, las anteriores palabras del Dios hecho hombre para salvar a los hombres, del Ungido, del Emmanuel, de Dios con nosotros, compendian cuál debe ser la actitud del cristiano, de cualquier cristiano, frente a las injusticias sistemáticas, aunque se trate de injusticia social; de cuál debe ser la actitud del cristiano frente a lo que modernamente se llaman "estructuras de pecado". Creo por eso que el mensaje cristiano no es sólo espiritual, sino que del espíritu pasa a la realidad, y por tanto tiene una dimensión social. Y, en un estado democrático, al tener una dimensión social, también una dimensión política.

Por eso me ha gustado sobremanera la amenísima lectura del libro del Padre IMMA (Manuel, o Emanuel), sacerdote religioso carmelita descalzo misionero durante muchos años en el Congo belga, eso que ahora llamamos -él explica por qué en el libro- el Zaire, la República del Río. La actitud del padre Imma, en todo momento ajustada a la sacralidad de la religión cristiana, a la figura y la persona de Jesucristo, a la oración, a los sacramentos, tuvo en su predicación y en su vida el efecto, balsámico para los pobres de espíritu e insufrible para los depredadores sociales, de no olvidar en la predicación misionera la necesaria dimensión social a la que lleva la Justicia que predicamos los cristianos, que no es sólo para el otro mundo, sino también para este. No puedo yo olvidar que Jesucristo llamó explícitamene "zorra" a Herodes, ni dejar en el olvido sus alegatos frente a los fariseos y los escribas, lo que a la postre le condujo a una muerte de la que, sin dejar de ser esencialmente redentora, tuvo una dimensión social en su polis, tanta que fue la causa jurídica, el título, de su asesinato vestido de juicio: "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos". El que quiera recordar esto, que lea la pasión en cualquiera de los cuatro evangelios.

Y el que quiera saber cómo es una misión en el Congo, y cómo viven los pobres en las provincias orientales del Congo, o cuáles fueron las causas al por menor del conflicto entre batutsis y bahutus, el que quiera aprender cómo se mata (por necesidad, para dormir) una serpiente, o cómo se lucha contra la malaria y el mosquito anófeles, que lea al Padre Imma, el cual, ajustándonos al refrán, además de predicar, dio trigo. Me ha encandado la lectura y el conocimiento al por menor, aunque Imma no sea un literato, de cómo se vive y se muere en el Congo. De cuáles son sus costumbres. De cómo se oprime a la gente en el Congo. 

No quiero seguir. Mis mejores deseos a la pronta y amplia difusión de este libro. Cómprelo y léalo. Encima, es barato. La verdad es que está muy mal editado y tiene muchas erratas. Pero eso en el contexto de un libro tan exótico e interesante, tan provocador ¿qué más da? 

Doy gracias al Padre Imma por haberse dejado perseguir por las tinieblas en honor del buen nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Nunca me he sentido solo



Romana Editorial publicó en 2013 los que fueron los últimos discursos del Papa "emérito" Benedicto XVI, que, como es sabido, renunció al Pontificado el 10 de febrero de 2013 con efectos a partir de las 20 horas del día 28 de febrero de 2013 ("Nunca me he sentido solo. Los últimos discursos de Benedicto XVI". Romana Editorial, 2013). 

Tiene un indudable interés contar con los documentos que determinan su explicación sobre la referida actuación y con las normas jurídicas que aprobó para encauzar la sucesión en la Sede de Pedro y orientar la elección del nuevo Pontífice, en particular –me parece lo más importante− para exigir que la elección de todo Papa se haga por una mayoría de 2/3 de los Cardenales electores presentes y votantes en el cónclave.

Romana Editorial, en colaboración con la Librería Editrice Vaticana, publica en este libro los documentos esenciales: la declaración del Papa en el consistorio celebrado el 10 de febrero de 2013 (en latín y en español); lo que dijo a los fieles en la audiencia general del miércoles 13 de febrero de 2013 y la homilía de la Santa Misa de ese mismo día, que fue miércoles de ceniza; las palabras de agradecimiento especial que dirigió a su Secretario de Estado, Tarsicio Bertone (que hoy está con menos ocupaciones oficiales pero que en ese momento todo el mundo consideró un "papable"); el mensaje de Benedicto XVI a los gobernadores del International Fund For Agriculture and Development en audiencia de ese mismo día 13 de febrero de 2013; el encuentro con los párrocos y el clero de Roma del día 14 de febrero de 2013; sus palabras a los fieles congregados en la explanada de la plaza de San Pedro después el ángelus de 17 de febrero de 2013; las nuevas normas de elección canónica del Romano Pontífice (Carta apostólica en forma motu proprio "Normas nonnullas"); las palabras del Santo Padre al término de los ejercicios espirituales en el Vaticano y su carta de agradecimiento al Cardenal Gianfranco Ravasi, que los predicó (23 de febrero de 2013); las palabras pronunciadas en el ángelus del Domingo 24 de febrero de 2013; las palabras en la audiencia general del miércoles 27 de febrero de 2013; las palabras de despedida de Benedicto XVI a los Cardenales ya presentes en Roma el 28 de febrero de 2013 para el cónclave convocado para elegir al nuevo Papa, y finalmente el saludo del Papa a los fieles de la diócesis de Albano, en que se ubica Castelgandolfo, que fue el primer lugar de su retiro (28 de febrero de 2013). Son textos que uno por uno tienen valor, pero todos juntos constituyen un testimonio para la Historia, que conviene tener documentado en la propia biblioteca.

Con mucho, sin embargo, lo que más me ha gustado del libro no tiene nada que ver con la sucesión apostólica y la dimisión de Benedicto XVI, sino dos consideraciones teológicas del Papa antes de que su dimisión fuera efectiva, esto es, mientras aún era el Romano Pontífice.

La primera, su valoración del Concilio Vaticano II. Aparte de recuerdos de una persona de edad que cuenta a jóvenes cómo fue el acontecimiento, se trata de una valoración imperecedera que los historiadores deben tener en cuenta para saber qué pensaba uno de los más activos teólogos allí presentes.

Inmortales son también sus palabras sobre las tentaciones de Jesús, en el día del miércoles de Ceniza:

"Actualmente ya no se puede ser cristiano como simple consecuencia del hecho de vivir en una sociedad que tiene raíces cristianas: tambén quien nace en una familia cristiana y es formado religiosamente debe, cada día, renovar la opción de ser cristiano, dar a Dios el primer lugar, frente a las tentaciones que una cultura secularizada le propone continuamente, frente al juicio crítico de muchos contemporáneos. Las pruebas a las que la sociedad actual somete al cristiano, en efecto, son muchas y tocan la vida personal y social.
"No es fácil ser fieles al matrimonio cristiano, practicar la misericordia en la vida cotidiana, dejar espacio a la oración y al silencio interior; no es fácil oponerse públicamente a opciones que muchos consideran obvias, como el aborto en caso de embarazo indeseado, la eutanasia en caso de enfermedades graves, o la selección de embriones para prevenir enfermedades hereditarias. La tentación de dejar de la propia fe está siempre presente y la conversión es una respuesta a Dios que debe ser confirmada varias veces en la vida."
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