Forsyth envejece

Vuelve Forsyth por sus fueros, pero un poco envejecido. Los que hemos admirado "El Puño de Dios" y "El Chacal", entre otras, nos hemos quedado un poco decepcionados con la nueva entrega. En general, yo diría que es una obra menos trabajada que las anteriores. Mucho más envejecida. Más cansada. Más lastrada de tanto éxito editorial. Y algo manida: otra vez las mochilas Bergen, otra vez la descripción del equipo de combate, otra vez los saltos en paracaídas HALO, todo muy parecido a "El Puño de Dios". Lo nuevo: internet y las IPs, algo no muy "thrilling" y los drones. Drones por todos lados. Todo lo hacen los drones. Menos lo que hacen los personajes de Forsyth. Tiene esta obra la peculiar valentía de pintar al Presidente de los Estados Unidos como quien tiene derecho a disponer la muerte de muchas personas fuera de sus fronteras, utilizando medios ilegales, sólo aprobando quiénes son los objetivos que, por razones de seguridad nacional, son incluidos en "la lista". Si esta novela es un poco lo de siempre, es sin embargo, me parece, la más políticamente incorrecta de Forsyth, porque deja muy pero que muy mal a los derechos fundamentales y su respeto por los americanos y los ingleses. Es más, el libro está concebido como una suerte de venganza personal de un teniente coronel por haber sido asesinado su padre por un terrorista, o mejor alentador de terroristas, que él mismo ya estaba buscando. El final no se lo cuento, pero hay otra valentía más en esta obra de Forsyth: el libro termina como Bin Laden. Y me temo que el mundo de los vaqueros y de Sheriffs universales está bien para el cine, pero no para el derecho internacional. Forsyth no hace ninguna valoración explícita de este modo de proceder frente a los que la nación poderosa considera terroristas -incluirlos en una lista y matarlos- pero la verdad es que no deja muy bien a los que hacen así. Son demasiado parecidos a sus enemigos, consideradas las cosas desde el punto de vista del Estado de Derecho. O por lo menos esa es mi opinión, el único derecho fundamental que me queda, lo que digo... por si cualquier día se equivocan de nombre y... ¡le ponen a usted en la lista!

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